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miércoles, 21 de febrero de 2018

VULNERABILIDAD EN URGENCIAS. ¿ABORDAJE SINTOMATOLÓGICO O ETIOLÓGICO?

Clásico es el enfoque dual de cualquier problema, el abordaje sintomatológico frente al etiológico. Quizás las Urgencias por su especial modelo de provisión de servicios este volcado en el primero, pero esto no debiera impregnar la estrategia de su desarrollo.

Frente a la VULNERABILIDAD EN URGENCIAS, las presencia de pacientes frágiles, indefensos, desde SAECC llevamos desde el año 2010 propugnado la inclusión de un sistema de clasificación de pacientes sensible a esta realidad tan frecuente en una población marcada por un franco envejecimiento y que requiere de una asistencia sensible no solo a su clínica sino a su dependencia (HEVULUR de la que hablaremos en nuestra próxima entrada). Esta clasificación debe contar con la necesaria sensibilidad para reconocer y diferenciar niveles desde donde ajustar las capacidades de respuesta a las necesidades de la persona. Esta, en esencia, es nuestra propuesta.


Un abordaje sintomático se orienta a identificar al paciente, algo sin duda necesario, pero ¿qué más se oferta?, ¿contamos con circuitos diferenciados o condicionados por su dependencia y vulnerabilidad?  Desde SAECC insistimos en que no estriba en la caracterización y etiquetado el factor clave de éxito, sino en las respuestas orientadas y focalizadas que demos a las necesidades diferenciadas que se asocian. La identificación del paciente como dependiente o vulnerable sin oferta diferenciada de servicio ¿tiene algún sentido? Si tenemos problemas para gestionar la población dependiente que a nosotros llega, su identificación masiva y sin oferta diferenciada de provisión de servicios no puede conducir más que a un “documentado” fracaso que certificaría desde el inicio nuestra propia incapacidad.
Esta es la diferencia entre un acercamiento centrado en la persona, a la que se identifica y se oferta una atención diferenciada dentro de nuestras capacidades organizativas (circuitos normalizados que van más allá del motivo de consulta), y entre la aproximación estacional a un problema recurrente al que nuestro bendito clima mediterráneo termina poniendo solución allá cuando florece el azahar.

El origen del problema no está en la población o la crudeza del invierno, sino la orientación de un modelo imperante de práctica clínica en nuestras Urgencias donde la atención a lo agudo -y ojo hay que reconocer que en ello los resultados son espectaculares- incapacita a estas unidades para ofertar discriminación positiva a una población que la necesita, y que visita muy frecuentemente nuestros servicios.






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