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viernes, 6 de febrero de 2015

EL ETERNO RETORNO DE LO IDÉNTICO

Podríamos afirmar que si damos siempre las mismas soluciones –insatisfactorias- a problemas persistentes, estos no harán sino retornar una y otra vez. Y esto es lo que ocurre en nuestros Servicios de Urgencias de manera cíclica cuando los fríos arrecian…y a veces incluso sin ellos.


Con precisión estacional nuestro Sistema Sanitario Público trata de gestionar un problema crónico con enorme repercusión clínica, social y mediática. Y en este intento se hace aún más visible que la capacidad de resolución demostrada por nuestros actuales modelos de práctica clínica frente a los procesos crónicos es manifiestamente mejorable, cuando no decepcionante.

Y eso que el marrajo es sobradamente conocido y se le ve venir. Cuando nos enfrentamos a la “saturación de los Servicios de Urgencias” nos encontramos ante una realidad tan absolutamente predecible que todo lo que se desencadena, más que noticias de actualidad parecen un “Deja Vu”.

Y para ello no tenemos por qué acudir al reciente estudio presentado por la Defensora del Pueblo, ni a los informes que anualmente su homólogo realiza en nuestra comunidad autónoma. Simplemente podríamos retrotraernos a pretéritas iniciativas finiseculares que se referencian con pertinacia. 
Tal vez la más conocida sea el Informe del Defensor del Pueblo de 1989, donde se analizaba la problemática de la relación de la Ciudadanía con los Poderes Públicos en todos sus aspectos, y donde la Salud y específicamente la provisión de servicios en Urgencias tenían un espacio nada desdeñable. Sin tratar de citar textualmente, en el informe se señalaban aspectos determinantes de abordaje inmediato: el papel de la Atención Primaria, y en general la mejora en la accesibilidad a los Servicios de Salud, la Educación Sanitaria, la dotación de recursos y su distribución basada en una gestión proactiva, la coordinación interprofesional, el abordaje de las personas con necesidades especiales, la humanización de la atención y, en general, todos los aspectos que desde esa época se han convertido en constantes –o por desgracia tópicos- en cualquier informe al respecto. 
No podemos pasar por alto que el informe del Defensor de Pueblo Andaluz de 2012 ya relata las terribles carencias relacionadas con la atención a pacientes paliativos en los Servicios de Urgencia, y señala el fracaso a la hora de garantizar una atención integral a estos pacientes.

Y así nos vemos, inmersos en un modelo de práctica orientado hacia lo agudo, lo incidental o intermitente, donde la integralidad y la continuidad no se considera un valor trascendente y donde las necesidades del paciente, su dependencia o fragilidad quedan sepultados bajo estrategias diagnósticas y terapéuticas muy discutibles que con frecuencia deberían priorizarse en un segundo plano.

Pero si los problemas son conocidos, no lo son menos las repetitivas respuestas cortoplacistas puestas en marcha hasta ahora. Sólo desde una nueva óptica en la que todos los actores participen paritariamente y donde las ideas se valoren por lo que aporten y no por quien las presente, permitirá caminar con audacia en una senda innovadora, para que los informes de 1989 sean un espejo con el que compararse y no una realidad que soportar.


Lo que la realidad está planteando, lo que la Ciudadanía está pidiendo y necesitando es un cambio de modelo de práctica clínica en urgencias que eleve el valor añadido de la asistencia en estos escenarios, module proactivamente sus circuitos de atención, incremente su sensibilidad hacia las personas con procesos crónicos, hacia los frágiles y vulnerables, y que, en general, amplíe o “gradúe” la visión de estas áreas de provisión asistencial para que aborden los problemas que crónicamente subyacen y que agudamente aún hoy abordamos de la misma manera y con la misma ineficiencia desde el fin del siglo pasado.

Puedes leer el texto completo en nuestra web www.saecc.net

Luis Torres Pérez